sábado, 14 de noviembre de 2015

Gratitud

Aprendí muchas lecciones importantes haciendo el Camino de Santiago. Aproveché el único momento en la vida en el que estuve en el paro para darme unos 40 días libres y vivir la experiencia completa desde Roncesvalles hasta Finisterre. Lo mejor de todo fue que al ir sin presión pude disfrutarlo a mi propio ritmo, sin fijarme un número de kilómetros obligatorio en cada etapa como tantos peregrinos hacían. Simplemente avanzaba o me detenía cuando el cuerpo y el alma me lo pedían, y tuve la sensación (increíblemente hermosa, por cierto) de estar haciendo justo aquello que debería estar haciendo durante todos aquellos días.


De hecho, me di cuenta que mi camino tampoco era el más "completo", como creí al principio, pues conocí a diversos peregrinos que venían andando desde la puerta de sus propias casas en Bélgica (más de 3 meses andando) o desde diversas zonas de Francia y España que implicaba doblar o triplicar el número de etapas "completas" del Camino de Santiago oficial.

Conocí historias interesantísimas de múltiples peregrinos y peregrinas:
  • Recuerdo por ejemplo un papá que caminaba con su hijo de 4 años y a pesar de que al pequeño le fue duro al principio al poco tiempo hacían más de 20Km. al día (me encantaba verlos dormir cariñosamente acurrucados al final de la etapa).
  • También una mujer que venía a caballo con sus 2 hijas desde París si no recuerdo mal, pero venían caminando con el caballo desmontado hasta llegar a Santiago, rezando por todos aquellos cuanto le habían pedido tenerlos presentes en el camino y a la vuelta el papá regresaba vino a buscar a las niñas con coche y la mujer se volvió entonces al galope.
  • Conocí también un monje con el vestido típico de túnica, espardeñas y barba de ermitaño que estaba haciendo el camino para profundizar en sí mismo y descubrir si quería realmente dedicarse a ser cura o no (disfruté mucho la comida filosófica con él).
  • Una peregrina había sido violada de joven por su profesor del gimnasio, y vino caminando desde su casa en Bélgica para purgar todo el sentimiento negativo hacia él y ser capaz de perdonarle.
  • ...
Cada peregrino tenía su propia historia, y era una delicia porque empecé el camino totalmente solo y lo terminé con la sensación de haber conocido muchísimas personas interesantes y haber hecho bastantes buenos amigos.

Mi propia historia también fue peculiar, supongo que porque aprendí a dejarme sorprender por las pequeñas maravillas escondidas en el día a día y a caminar contento, cantando y feliz pese al sol radiante que cayó en La Rioja o las lluvias que nos acompañaron en Galicia. Disfrutaba de cada experiencia y de cada momento, y eso hizo que me sintiera radiante por dentro.

Es cierto que en el camino hay muchísima gente, y en agosto puede llegar a ser realmente agobiante, pero también va a trozos y yo empecé mi camino en Junio, en Roncesvalles, y para cuando llegué a Santiago en julio, ya me había convertido en un paciente y feliz peregrino, a quien no le importaban las multitudes porque sabía como encontrar la magia del camino en los rincones o personas más especiales.


La mayoría de días uno se levantaba temprano, se preparaba la mochila y se ponía a caminar (yo a mi ritmo tranquilo) y al cabo de unas horas (normalmente a primera hora de la tarde) se detenía en un albergue, posada o refugio que le llamara la atención para ducharse, relajarse, socializarse con otros peregrinos, cenar y dormir hasta el día siguiente.

Si uno tenía suerte encontraba una cama o litera al llegar al albergue, pero en los lugares más concurridos (a medida que uno se acercaba a Santiago), el número de peregrinos desbordaba el número de camas disponibles y entonces tenías que desplegar tu esterilla en el suelo del albergue y dormir allí con tu saco y tu mochila a modo de cojín. Esto es algo completamente normal y cuando uno decide hacer el camino de Santiago ya lleva preparados su saco y esterilla para estas situaciones.

Pero recuerdo que estando en un albergue cercano a Santiago una pareja llegó a la recepción del mismo preguntando por una cama para dormir. Ya no quedaba ninguna disponible, y la chica debía tener una expectativa muy distinta de la realidad del camino, porque se puso a vociferar como una histérica que aquello era inadmisible, que cómo iban a dormir ellos en el suelo y que vaya mierda de organización, de camino y de todo, y entonces empezó a remeter contra su novio y con la "genial" idea de hacer el camino... Recuerdo nítidamente la sensación que tuve aquél momento, pues me hizo sentir cómo un auténtico peregrino: Había aprendido el sentido de la gratitud. Estaba agradeciendo tanto si me daban una cama como un pedacito de suelo, tanto si tenía que comprar yo la comida en una tienda como si alguien me invitaba a compartir su pan y su arroz, tanto si tenía que lidiar con mis ampollas en el pie como si un buen samaritano se ofrecía a curártelas al final del día. Para mí todo era motivo de gratitud, pues nadie estaba obligado a darte nada, y allí todo el mundo te daba algo: Un rincón para dormir, un plato para comer, una historia interesante para compartir, una mirada, una sonrisa, un "buen camino!"...

Esa lección aprendida la apliqué desde entonces durante el resto de mi vida. Solo puedo agradecer todo aquello que me ocurre: La luz de un nuevo día, estar con mi mujer, los abrazos de mis hijos, gozar de buena salud, sentirse querido, tener un trabajo... incluso los más ínfimos detalles del día a día, porque podrían no estar ahí pero sin embargo los estás disfrutando y a veces no te das cuenta de lo privilegiado que eres por tantas y tantas maravillas como se te han concedido (entre ellas el mero hecho de vivir y poder experimentar).

Con el tiempo aprendí no solo a agradecer, sino también a la importancia el hecho en sí mismo. El estado mental en el que uno agradece de corazón aquello que tiene es altamente positivo, y genera en uno mismo las condiciones idóneas para que le sigan ocurriendo más cosas positivas. Tal y como hablaré en un futuro post, la actitud mental que se tiene hacia el día a día es importantísima (pensamientos positivos suelen generar situaciones positivas y viceversa) y por otra parte el propio universo parece estar escuchando nuestra mente y nuestros pensamientos (tal y como dijo Paulo Cohelo en uno de sus libros: "Desea algo con suficiente fuerza y el universo entero se volcará para concedértelo") y demostrar gratitud por lo que se te ha concedido digamos que lo pone fácil para que el propio universo entienda que debe darte más de eso, porque el feedback que tu le das es que te ha gustado.

Cuando uno vive una aventura tan intensa durante 40 días consecutivos, es capaz de impactar durante el resto de su vida. A mí el camino de Santiago me marcó profundamente y llegué a pensar a escribir un libro con las pequeñas anécdotas que viví allí. Hay tantas historias como caminantes y todas ellas son interesantes. Quizás vuelva a hacerlo algún día de forma distinta: Con Blanca, mi mujer, o mis hijos, o cuando ya esté jubilado y caminando con otro tipo de bastón...

Cuando por fin llegué a Finisterre y caminé hasta la última roca frente al mar, cuando sentí que ya había completado todo el camino y no podía caminar más, fue entonces cuando rompí a llorar, pues comprendí todo cuando me había dado el camino, y sentía gratitud por toda aquella pequeña vida a parte vivida durante aquellos días, quería más pero no había más camino... y sin embargo, en el sabor de mis lágrimas encontré una profunda respuesta: Toda tu vida es un camino, cada día es una etapa, y en cada ella seguirás encontrando multitud de experiencias y personas especiales de la que disfrutar. El camino de Santiago tan solo era un símbolo de un camino mucho mayor.

Desde que tuve esa certeza no puedo dejar de sentir gratitud.

3 comentarios:

  1. Pues yo agradezco el tener un hijo tan genial

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  2. Yo agradezco enormemente, el que os hayais cruzado en nuestro camino, los cinco. Gracias por el omento de hoy.

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  3. Recordo el teu ànim quan tornabes, la teva mirada, les teves paraules i els teus silencis, els teus pensaments... aquell Ignasi. M'encanta que hagis tornat!!!

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