martes, 10 de noviembre de 2015

Raíces fuertes

Reconozco que soy un privilegiado en esta vida, pues he tenido aquello que considero más importante: Una infancia feliz.

Sin duda la base del carácter, tus fortalezas y tus flaquezas se forjan mayormente cuando eres pequeño, y fundamentan una base que se irá desarrollando con mayor detalle a medida que te vas haciendo mayor.

Es cierto que seguramente ya traje algo conmigo, y mi propia personalidad innata pudo protegerme de ciertos estados anímicos, pero sin duda mis padres cumplieron un gran cometido (pese a que nadie es perfecto) y me dieron aquello que más necesitaba: Una sensación constante de estar arropado en cariño, un núcleo familiar que fue sólido (al menos así lo percibí yo) durante toda mi infancia, 2 hermanas geniales que disfruté muchísimo durante mucho tiempo, un entorno en medio de la montaña donde amar y disfrutar de la naturaleza desde pequeñito...

... Y también la introducción al misticismo desde una edad tan temprana que no alcanzo a recordar.

Cuando mis padres se conocieron, ya eran buscadores, mi padre había estado en un seminario, pero enseguida empezó a cuestionar las grandes preguntas del cristianismo (por ejemplo: ¿Por qué a un cura no se le permite amar a una mujer?) y... bueno, para simplificarlo sus dudas y el conocer a mi madre se encargaron de hacerlo saltar de honda. Juntos buscaron en grupos espiritistas, en diversas religiones y culturas, y finalmente en un misticismo profundo que disfrutamos toda la familia durante muchos años. Recuerdo a mi padre haciendo meditaciones en el comedor de nuestro piso por las noches cuando yo era niño, recuerdo amigos Rosacruces y Masones que me hicieron disfrutar de muchísimas comidas cargadas de filosofía y todo tipo de ejercicios místicos a cada cual más estimulante y sorprendente. Una vez incluso vino un grupo de Lamas del Tibet a nuestra casa...

Si a un niño le enseñas a rezar a Jesús desde pequeño, seguramente seguirá haciéndolo toda su vida (o al menos tendrá muchas posibilidades de hacerlo). Si a un niño le enseñas a meditar desde pequeño y a confiar en conceptos como la fuerza del pensamiento o la reencarnación, lo más probable es que de mayor no tenga la más mínima duda de ello... Ese fue mi caso, así salí yo, caído en una marmita enorme de filosofía y conceptos místicos que me hacen sentir como Obelix con la "pócima mágica". ¿Quién necesita beber la pócima si sientes que tienes las venas repletas de ella? ¿Quién duda de un concepto que ha ido creciendo con él desde que tiene recuerdos?

También es cierto que nací buscador, y ya de adolescente me encantaba escribir cartas larguísimas hablando de filosofadas sobre la vida, la muerte, la reencarnación, los beneficios de la meditación... buscaré en mi baúl de los recuerdos a ver si encuentro algún texto de aquellos años que pueda transcribir en este blog para que tengáis una idea más concreta (también sería un placer "hablar" con el Ignasi del pasado). Siempre me ha gustado escuchar y a medida que fui creciendo iba interviniendo más y más en esas "comidas", "cenas" y excursiones con diversos grupos místicos que abrazaron nuestra vida.

Gracias Papá. Gracias Mamá. Ese fue el mejor regalo que me pudisteis dar y que me va a acompañar el resto de mi vida. Ojalá sepa transmitirles a mis propios hijos algo parecido y que ellos también puedan ir regando ese árbol desde bien pequeños, para que crezcan sin miedos y con un buen equilibrio entre cuerpo, mente y alma que les convierta en peregrinos sedientos de ese conocimiento infinito que nos rodea y espera a ser descubierto cada día, en cada rincón.

Luego llegó la universidad, el trabajo, la pareja, los niños... y todo ese tiempo libre y energía que uno tenía cuando era más joven se centró en otros temas que consideré más prioritarios, como la felicidad de mi propia familia, la educación de los peques, el sustento familiar... Aunque siento que esas raíces fuertes siempre siguen ahí, dirigiendo de forma inconsciente el rumbo de mi vida, las decisiones importantes, algunos flashes de inspiración en los que uno "despierta" y recuerda quien es realmente, y en general todos aquellos pequeños momentos que uno realmente disfruta de la vida (que en mi caso se suceden día tras día). Sé que duermo como un bebé por las noches porque tengo claro quien soy, de donde vengo y a dónde voy. Lo trabajé durante mucho tiempo cuando era pequeño y sigue intacto ahora. Por eso me considero enormemente afortunado.

Gracias a todos aquellos (que fueron muchos) los que contribuisteis a alimentar esas fuertes raíces que ahora me sustentan, y que todavía esperan, ávidas después de tanto tiempo latiendo en silencio que llegue su tan esperada primavera. Pues también uno termina descubriendo que mujer e hijos son la mejor inspiración para desarrollar el mejor misticismo, y otra cosa no, pero mi mujer y mis hijos los amo hasta el infinito y son tan especiales que siento que más que por mí se lo debo a ellos, ellos merecen conocer también al mejor y más auténtico Ignasi que pueda desarrollar en esta vida.

Vivo por vosotros y soy feliz con vosotros... ¡¡Hagámoslo juntos!!

3 comentarios:

  1. Es muy bueno tener gentes para compartir momentos místicos, pero no olvides nunca que el autentico camino místico es solitario, quiero deci,r que aun compartiendo todo hay que ser profundamente independiente, porque nadie puede hacer el camino por ti ni puedes obligar a nadie que siga tu camino, por muy místico que este sea

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En la soledad es donde te encuentras a ti mismo y, al encontrarte, conectas con el universo entero y sientes que solo así puedes estar en verdadera unión con los demás.
      Por ello considero que a mi la meditación constante que aprendí gracias a ti, me ha salvado la vida y el alma. Gracias

      Eliminar
  2. Por supuesto, es igual que en la vida: Nadie la puede vivir por ti. Puedes compartir tus experiencias con los demás, pero siguen siendo TUS experiencias. A veces las experiencias de los otros te pueden servir a ti también si las interiorizas... Eso hacemos con todo, somos islas frente al mundo, y vamos filtrando y procesando en nuestro interior, poco a poco, aquello en lo que estamos enfocados y deseamos realmente aprender, experimentar, vivir... Todo es personal, pero... bueno, poco a poco, ya hablaremos otro día del "todo en el uno". ;-)

    ResponderEliminar