sábado, 12 de diciembre de 2015

Solo hay que tener miedo de tu propio miedo

Nadie adivinaría qué película he visto más veces en mi vida. Fue en mi infancia, en esa edad en la que un niño puede ver la misma secuencia 200 veces y no aburrirse nunca. Teníamos en casa un vídeo VHS y un videoclub cerca de casa en el que el dueño (amigo de mi padre) nos pirateó algunas cintas de video famosas en el aquél tiempo, entre ellas estaba Karate Kid, pero la estrella para mi hermana mayor y para mí fue sin duda "Matar un Ruiseñor". No es que fuera una película para niños, de hecho recuerdo que tenía una secuencia larga de un juicio a un negro acusado falsamente solo por ser negro, pero a mi hermana y a mí nos fascinaba el aura de misterio que envolvía la película, con esos niños hermanos que pasaban miedo al pasar por delante de la vieja casa de un "vecino atormentado y loco", pero que siempre encontraban algún regalito misterioso para ellos en el hueco del tronco de un árbol una vez pasada esa casa. En un momento determinado de la película, el padre de los niños, Atticus Finch (Gregory Peck), les dice muy sabiamente: "solo hay que tener miedo de tu propio miedo", y esa frase, tras ver la película unas 50 veces, se me quedó grabada en la memoria base a una edad tan tierna que creció conmigo, formando parte de mi idiosincrasia particular.


"Solo hay que tener miedo mas que de tu propio miedo", repetí como un loro a lo largo de mi infancia, usando esa frase en su significado más obvio, para alentarme (o alentar a otros) ante situaciones en las que uno normalmente sentiría temor, recuerdo haberla usado frecuentemente para darme ánimos frente a situaciones misteriosas o desconocidas, y realmente una característica de mi carácter es que no suelo tener miedo a nada. Al menos el miedo "irracional" a lo misterioso, a la oscuridad, a la soledad, a caminar por un bosque por la noche o a sentir la presencia de algo "raro" (espíritus, fantasmas, monstruos)... como he podido comprobar que muchas personas en este mundo sí tienen. Evidentemente el carácter no se forja con una sola frase y pasaron muchas otras cosas en mi infancia que blindaron esa seguridad frente a todo lo que pasaba en mi vida, pero aun hoy descubro esa frase de Atticus en mi cabeza más frecuentemente de lo que sería un mero recuerdo ocasional.

Creo que ahora le doy un significado más completo a esa frase. Ahora creo saber que no solamente significa "se valiente" (como creía de pequeño), sino que el miedo que nosotros mismos generamos ante todo lo desconocido es uno de los grandes bloqueos que ponemos en nuestras vidas, pudiendo llegar a ser uno de nuestros peores enemigos.

Si llegamos a aceptar que "todo es mente", y que nuestro pensamiento es el primer motor que crea nuestra propia realidad, comprobaremos que los pensamientos positivos son los que dan fuerza a esas ideas primas que tarde o temprano se harán realidad si continuamos imprimiéndoles fuerza y caminando (actuando) en esa dirección. Pero ¿Cuál es uno de los principales motivos que encontraremos para no cumplir nuestros sueños? El miedo, sin duda, nuestro propio miedo. El miedo ante lo desconocido, el miedo a abandonar nuestra zona de confort (todo nuevo reto exige un sacrificio), el miedo al fracaso, el miedo a que nuestra idea no sea buena, no nos reporte la felicidad que buscamos, o sea imposible de realizar.

El miedo actúa como bloqueo (inconsciente muchas veces) de nuestros pensamientos más positivos, y puede diluir el efecto creativo de los mismos si le damos más fuerza al miedo que al propio pensamiento original. Por eso es importante ser consciente de lo que pensamos, de cómo lo hacemos y de la realidad que estamos creando en cada momento. Si dejamos que los miedos se apoderen de nuestros pensamientos, no estamos dando la fuerza necesaria al resto de pensamientos, y el miedo actúa como duda, que el "universo" interpreta como una falta de deseo, determinación o fuerza de nuestros deseos. Y si realmente no los deseas con todas tus fuerzas, venciendo todas las pruebas y todos tus miedos... Quien te escucha puede que interprete que "mejor esperar a que lo veas claro".

Y si uno se detiene a pensar "¿Qué haría ahora mismo si no tuviera miedo?" se daría cuenta de en qué prisión tan férrea nos tienen atados nuestros propios miedos.

Si me detengo a revisar aquellos momentos de mi vida en los que conseguí algo realmente importante, fue precisamente cuando no tuve miedo a avanzar por un camino completamente desconocido: como cuando conocí a Blanca, tuvimos hijos o nos vinimos a vivir a Suiza, por ejemplo. Si hubiera dejado que el miedo me bloqueara ante esas situaciones, jamás hubiera podido gozar de todo lo que vino después.

También ante el misticismo uno podría sentir miedos. ¿Veré cosas que no quiero ver? ¿Sentiré sensaciones que no quiero sentir? En el caso de que alguien los tenga, le recomiendo que antes de emprender ninguna aventura de este tipo trabaje para eliminar esos miedos lo primero de todo, pues solo cuando uno avanza con pensamiento positivo, decisión y la certeza de estar donde debe estar es cuando se consiguen las mejores experiencias. Recordad que el universo está hecho a partir del amor, y que este es el medio principal por el que todo es creado, vivido y experimentado. A partir de ahí podemos optar por "sentir nuestros miedos" ante la maravilla de la creación, aunque comprobaremos que las mayores recompensas solemos obtenerlas cuando los vencemos y avanzamos con decisión por el camino que nos hemos propuesto.

De hecho, cuando uno se inicia en el misticismo suele empezar a hacer ejercicios de relajación y meditación (espero algún día escribir sobre algunos de esos ejercicios). La primera sensación que le viene a uno cuando empieza a hacer esos ejercicios es una paz profunda, un estado de relajación donde sentimos que todo está en armonía y a partir del cual nos sentimos en unión con todo cuanto forma parte de nuestra vida. Esa es la base del misticismo práctico, pero a partir de ahí hay infinidad de caminos por descubrir, todos ellos con distintas y fantásticas recompensas, que sin duda disfrutaremos... si no tenemos miedo a descubrirlas.

Gracias de nuevo, Atticus por tus sabios consejos, gracias a ellos diste fuerza a mis pensamientos, pues vivir sin miedos es tener alas para conseguir lo que uno desea.


Creed en la fuerza de vuestros pensamientos, cread la realidad que deseéis, y sobre todo, disfrutad de ella libre de miedos.

1 comentario:

  1. No crec amb les casualitats, ja ho saps, però ahir abans de conèixer el teu post, amb l'Àurea, vàrem veure aquesta película de nou i l'hi comentaba, que amb els meus fills l'havia vist un munt de vegades i que us agradaba molt.

    ResponderEliminar